miércoles, 12 de octubre de 2011

San Froilán

San Froilán, nacido en Lugo en el año 833, un estudiante que a los 18 años decidió convertirse en ermitaño retirándose a una gruta en Reitelán, en Vega de Valcarce, en el Bierzo.Para liberarse de la soledad se sometió a una prueba de fuego. Si Dios suspendía las leyes, era señal evidente de su voluntad divina, Froilán introdujo unas brasas encendidas en su boca. El fuego no le causó la más mínima quemadura. Dios había hablado. De los montes se lanzó a los poblados a propagar entre los hombres otro fuego que le ardía dentro. A lo largo de los años, su vida se ve marcada por diferentes acontecimientos que irán forjando poco a poco su destino, tal vez uno de los más importantes conocer al sacerdote mozárabe de Tarazona, Atilano, con el cual emprenderá una vida monacal y de reforma de la vida eremítica, con ánimo de atender únicamente a su perfección y a la unión con Dios. Se retiran a lo más quebrado de las montañas leonesas, el monte Cucurrino. Pero los pueblos en masa le seguían a su celda solitaria. Con las muchedumbres iban magnates y obispos que anhelaban oír su palabra. Entre sus oyentes se despertaron numerosos seguidores cautivados por sus ejemplos. Ante los ruegos insistentes se ve forzado a bajar a la ciudad de Veseo. Allí erige su primer monasterio, que llenará pronto con 300 monjes.

Su fama salta los montes de León y llega a oídos de Alfonso III, en Oviedo la capital. El rey le envía mensajeros ordenándole venir a su corte. Se fija en él para la gigantesca obra de repoblación que había comenzado su padre, Ordoño I.
En el año 900, muere el obispo de León, Vicente, y el pueblo pide al rey que sea Froilán el nuevo obispo. Fue nombrado obispo en el día de Pentecostés (19 de mayo) del 900; ese mismo día recibía también la consagración episcopal para ser Obispo de Zamora su inseparable y santo amigo Atilano.
La Iglesia de León, que estaba dedicada, según una donación de la época, a los señores, santos, gloriosos y, después de Dios, fortísimos patronos Santa María Virgen, Reina celeste, y San Cipriano, obispo y mártir, recibía ahora clamorosamente por obispo al que había de ser su patrón hasta el día de hoy. Los ceremoniales fueron presenciados por el rey y toda la corte del momento, lo que da una idea de la importancia de la figura de San Froilán en la época.
Cinco años después muere en León, el 5 de octubre, y es enterrado en la Catedral de León o antigua iglesia de Santa María, en un suntuoso sepulcro construido para sí por Alfonso III. Las crónicas cuentan que los devotos vecinos de León lloraron amargamente la falta de su Santo pastor Froilán.
Cuenta la tradición que, el representar al santo patrón en compañía de un lobo podría deberse a un encuentro que tuvo con uno de ellos en una de sus múltiples peregrinajes. Dicen que estando San Froilán una mañana rezando y absorto en sus oraciones, se le apareció un lobo hambriento que vio en el asno del santo un apetitoso almuerzo. Abalanzándose sobre él, comenzó a devorarlo momento en el que lo encontró el Santo, que con su mirada dejó al lobo acurrucado y temeroso, mientras le hablaba de amor y paz. Así fue como San Froilán consiguió quitarle al lobo el miedo al hombre y al fuego, tomándolo a su servicio para llevarle por el mundo las alforjas. Desde entonces, el lobo caminó siempre a su lado, arrimado a su pierna derecha.
Fiestas de Interés Turístico Nacional.


El 5 de Octubre es San Froilán (patrón de Lugo), la ciudad duplica su población con turistas. Desde tiempos remotos durante los días que van del 4 al 12 de Octubre se celebran una serie de actos festivos cuyas jornadas principales son la del patrón y el Domingo das Mozas. Tradicionalmente los principales eventos consistían en conciertos, actuaciones teatrales, disfrutar de las atracciones, competiciones deportivas, ferias de artesanía y las casetas donde podemos disfrutar del mejor pulpo del mundo.